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De abuelo a nieto

Seu Irio y el pequeño Lucas, de cuatro años, la mano derecha de su abuelo para cuidar el ganado lechero del Sítio Bom Jesus.

El pequeño Lucas, de cuatro años, es la mano derecha del abuelo Irio para cuidar el ganado lechero del Sítio Bom Jesus, en la comunidad de Santíssima Trindade. Lleva un látigo pequeño e imita el llanto de su abuelo cuando llama a las vacas a beber agua en medio del calor del asentamiento de São Pedro. La granja es pequeña (hay 30 cabezas), pero con la ayuda del Proyecto de Revitalización del Asentamiento de São Pedro (PRASP), la producción pasó de 120 litros de leche al día en marzo de 2018 a 200 litros, seis meses después. Con el manejo adecuado del rebaño, su Irio ahora tiene más tiempo para jugar con su nieto, a quien le gusta cambiar su muñeca por el sombrero de paja de su abuelo.
«Lucas llama a los terneros, me ayuda a tocar el ganado, donde estoy, él está conmigo. No me sueltes. Este es una bestia», dice Irio Antonio Zeczkoski, de 55 años, quien llegó con su familia de Paraná a Mato Grosso cuando tenía diez años. Empezó a trabajar con ganado lechero hace dos años, pero le resultaba difícil pastar y cuidar a los animales. El proyecto de la Compañía Hidroeléctrica de Teles Pires (CHTP) surgió para cambiar esta situación, con el concepto de integración entre el bosque y la ganadería. «Entre las acciones de esta planificación se encuentran la plantación de árboles para dar sombra al ganado y la conservación del suelo, con plántulas provenientes del propio vivero del asentamiento, como caoba africana y eucalipto», explica la doctora veterinaria Sammara Nascimento, consultora del PRASP.
El ganado de Sítio Bom Jesus caminaba mucho bajo el sol para pastar y beber agua y, con este esfuerzo, producía poco. El nuevo sistema de gestión permite tener un mayor número de animales por área, lo que aumenta la productividad.

El proyecto también preparó una dieta para los animales preparada por Seu Irio en su propia granja con maíz, soja, algodón y sales minerales. «Antes compraba el pienso en la tienda, ya que era más económico», explica Irio, que ordeña las vacas manualmente. Con la ayuda de Luquinha, por supuesto.